Cómo es ser madre soltera contado en 10 tweets
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Leer másEs normal que como padres nos preocupemos por la nutrición de nuestro hijos y más en las primeras etapas de crecimiento, siempre creemos saber que es lo mejor para ellos, que deben comer y que no, pero con respecto a la manera de crear hábitos alimenticios, preguntémonos, ¿Debo obligar a mi hijo a comer todo lo que le sirvo?
El obligar o imponer comportamientos a nuestros pequeños en temas de nutrición es una práctica que puede ocasionarles futuros problemas alimenticios.
Existen métodos y acercamientos mucho más pedagógicos y que pueden enseñarles a alimentarse sanamente sin necesidad de recurrir al castigo.
El “síndrome de Mafalda”.
El educar a tu hijo en temas de alimentación no necesariamente debería ser un dolor de cabeza.
No se trata de dejarle el tema a su completo antojo ni tampoco de imponer tus normas cada vez que se sienten a la mesa. En este caso, lo que se aconseja es generar espacios de sana discusión para tratar de manera abierta y natural el tema del comer.
Este asunto, al igual que muchos otros con los pequeños, tiene un eje fundamental basado en la comunicación. Tú como madre o padre debes recordar que es perfectamente natural que todos tengamos diferentes gustos alimenticios y, al igual que con nosotros los adultos, a ellos también les gusta ser incluidos en las decisiones respecto a lo que se les va a servir en un plato.
Es mucho más fácil para tu hijo comprender todos los aspectos esenciales de su nutrición si de antemano le vas enseñando sobre este fundamental tema, es decir, si gracias a la comunicación directa contigo él o ella conocen de primera mano todos los beneficios de ciertos alimentos y de su importancia en el desarrollo de su vida.
Muchos padres en la actualidad se toman el tiempo de enseñarles a sus hijos todo lo relacionado con los alimentos en vez de simplemente obligarlos a consumirlos. En el segundo caso, es casi lógico que una persona, por muy pequeña que sea, no reaccione gustosamente si se le impone algo que nadie nunca se tomó la molestia de explicarle y, de esta forma, se va generando una repulsión innecesaria hacia el tema alimenticio.
Todo esto va de la mano con lo que sé sin duda se considera que es una herramienta fundamental para las buenas relaciones entre padres e hijos: la comunicación la cual no solamente significa sentarlos y repetirles hasta el cansancio que deben, al igual que Mafalda, comerse la sopa y todo lo que les has servido o que sino “no pueden salir a jugar”.
La comunicación con tus hijos debería darse en un contexto mucho más amplio… debemos recordar que, para ellos, el mundo es un espacio lleno de lúdica, juegos y diversión.
Una salida a mercar o una tarde de preparar juntos el almuerzo o la cena pueden hacer maravillas en su comportamiento con la comida. Saca el tiempo para enseñarle cómo y de dónde proviene esa sopa que tanto rechaza, deja que te ayude a prepararla y felicítalo o felicítala por su participación. Verás que, con el tiempo, su actitud hacia este tema irá cambiando positivamente.
Otro factor a tener en cuenta es su participación en las decisiones familiares. Puede que él o ella sean apenas unos niños pero, en su pequeña mente, sienten que se les debería respetar sus gustos y opiniones.
Así que la próxima vez que tengas problemas porque su plato sigue allí enfriándose mientras pone cara de disgusto, pídele que te cuente acerca de sus molestias y trata de ser un poco más flexible respecto a su alimentación, es decir, establece acuerdos con tu hijo para que, si no le gusta algun alimento en particular, intenten entonces algo diferente e igualmente sano que todos puedan disfrutar.
¡Aliméntalos con amor!
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